(Continuación)
En el caso del aprendizaje de los procedimientos
ocurre lo mismo. Se trata de asegurar su inserción
en una red de significados más amplia en la estructura
cognitiva de los alumnos. Cada procedimiento, entonces, se
vinculará con otros ya conocidos.
El tipo de conexiones que propongamos para enseñar
procedimientos, como también ocurre en la enseñanza
de los conceptos, será fundamental puesto que en la
medida en que más vínculos puedan establecer
los alumnos, más y mejor podrán "seguir
haciendo".
Una enseñanza que promueva la integración
de los contenidos resultará más eficaz porque
facilita la adquisición de los contenidos de
una manera más fluida y rápida, la retención resulta más duradera y la recuperación de lo aprendido se logra de modo más sencillo.
Las ideas que construimos
sobre el tema
Como muchas veces se señala, las teorías
implícitas que tanto alumnos como docentes hemos construido
sobre qué es enseñar y qué es aprender
se van reflejando en nuestras prácticas y en nuestras
propias maneras de pensar la enseñanza, el aprendizaje
y los resultados del aprendizaje (qué enseñar,
cómo enseñarlo, cuáles son las modificaciones
ha lograr).
En ocasiones, cambiamos nuestro discurso pero
nuestras maneras de encarar la enseñanza no se modifican.
Dicho de otro modo, lo que decimos no siempre es coherente
con lo que hacemos. O bien, la manera y los criterios que
ponemos en juego al planificar, al conducir la clase y al
evaluar los aprendizajes no dan cuenta de las teorías
a las que creemos o decimos adherir.
Para cambiar las prácticas escolares
será necesario reflexionar sobre las cosas que hacemos
y decimos, desde dónde lo hacemos y cuáles son
las teorías implícitas que están reflejando.
Juan Ignacio Pozo amplía esta idea al sostener que el cambio de las prácticas escolares implica cambiar
las formas en las que los docentes interpretan dichas prácticas.
En este espacio nos limitaremos a puntualizar
algunas de las acciones que suele realizarse en la escuela
y en el aula particularmente y las que, de alguna manera,
reflejan las ideas o las concepciones implícitas que
hemos construido sobre el tema que nos ocupa: la integración.
Puede ocurrir que:
-
Para la enseñanza de contenidos
conceptuales presentemos los contenidos como sumatoria
de hechos o de conceptos.
-
Se realicen integraciones forzadas y poco
significativas entre los contenidos disciplinares. ("Contar
los dientes al conejo" no es integrar conocimientos
de Matemática y Ciencias naturales)
-
Al enseñar las materias o los contenidos
de la misma asignatura seamos los mismos docentes quienes
no pudimos realizar las integraciones, y pretendamos que
sean los alumnos que las realicen.
-
Compartamos reuniones docentes con profesores
de otras áreas o niveles, conversemos acerca de
los temas que se pueden conectar y con ello estar convencidos
de haber realizado una tarea de integración interdisciplinar.
-
Decidamos por determinados textos escolares
porque presentan actividades con contenidos de otras asignaturas
sin haber analizado y discutido entre pares si las conexiones
son verdaderas y significativas.
Seguramente a éstas se podrán
incorporar otras tantas situaciones que escuchamos o vivimos
a diario en la escuela.
Algunas puntas para la tarea
en el aula
Al proponernos diseñar o seleccionar
estrategias didácticas basadas en la integración
de los contenidos queremos decir que para resolver las actividades
o los problemas que proponemos, los alumnos tendrán
que poner en juego la integración de saberes de diferente
tipo y/o de diferentes áreas curriculares.
Sabemos que cualquiera sea la estrategia elegida
por el docente (proyectos, trabajos prácticos, guías
de investigación, etcétera) es necesario que
los alumnos puedan establecer conexiones posibles y significativas
entre los contenidos de aprendizaje.
Se pueden conectar contenidos de Lengua con
Ciencias naturales, Ciencias sociales o Matemática,
cualquiera sea el tipo de contenido con el que se esté trabajando.
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