Los fundamentos que no pueden faltar
En principio diremos que, más allá de las
controversias generadas por la Reforma Educativa, debemos
reconocer que ésta nos ha llevado a repensar algunas
cuestiones referidas a los contenidos que enseñamos
en la escuela y, por consiguiente, en cómo lo hacemos.
De hecho, la diferenciación en tres categorías
de contenidos que se nos plantea a partir de la Ley Federal
de Educación -aunque más no sea para convenir
que ninguno de estos temas representa una novedad para nuestra
tarea- nos ha permitido reconocer que conceptos, procedimientos
y actitudes constituyen diferentes tipos de saberes que,
de manera integrada, intervienen en la formación
del individuo.
Hablamos de la coexistencia de las tres categorías
en cualquier situación de aprendizaje, aunque sabemos
que la preponderancia de alguna de ellas estará fuertemente
vinculada con las características de las asignaturas
desde las que se aborden los contenidos.
En toda situación
de aprendizaje coexisten tres categorías de contenidos:
conceptuales, procedimentales y actitudinales; es decir,
tres tipos de saberes que, integrados, contribuyen a la
formación del individuo.
Hay procedimientos generales a los que podríamos
denominar transversales, puesto que no se trabajan
sólo en una disciplina en particular. Por ejemplo,
las estrategias para aprender, para leer, para producir
textos escritos, para argumentar, etc., son procedimientos
que se ponen en juego en cada una de las asignaturas que
se enseñan en la escuela.
En el caso de las Ciencias naturales, evidentemente el
aprendizaje de los contenidos procedimentales ocupa un lugar
fundamental, dadas las propiedades de su campo de estudio.
De hecho, las disciplinas que integran las Ciencias naturales-
en su núcleo constitutivo- se construyen a partir
de la observación, la medición,
la definición, el análisis de las
propiedades y la predicción de cómo
actúan estas últimas respecto de los diferentes
fenómenos de la naturaleza.
De las definiciones de procedimientos existentes
en la bibliografía vamos a tomar la de los autores
César Coll y Enrique Valls (1994). "Un procedimiento
es un conjunto de acciones ordenadas, orientadas a la consecución
de una meta". Según lo expresado, los procedimientos
están vinculados con el saber hacer, lo cual
permite establecer algunas diferencias respecto de los conceptos
y de las actitudes.
En algunas ocasiones, olvidamos que estos saberes integrados
(conceptos, procedimientos, actitudes) no constituyen fines
en sí mismos, sino que son medios respecto de los
cuales la escuela debe ocuparse y prestar su atención.
En este sentido, es importante tener claro que las habilidades
que encierra el hacer se diferencian de las otras
propias del conocer y del ser. Con esta afirmación
se pretende reforzar la idea planteada en otras ocasiones:
si los conceptos, los procedimientos y las actitudes se
aprenden de manera diferente, en consecuencia no podrán
ser enseñados y evaluados de la misma manera.
En el caso de la enseñanza de los contenidos procedimentales,
será necesario tener en cuenta que:
Aprender un procedimiento supone no sólo asimilar
el enunciado de la regla que lo expresa, sino también
ponerlo en práctica.
Continuando con la línea de análisis, es
pertinente aclarar que existen procedimientos de diferente
componente: motriz e intelectual.
En el primer caso, nos referimos a aquellos que implican
acciones corporales y que se observan en una conducta externa.
Por ejemplo: utilizar con precisión el material de
laboratorio. En el segundo caso, se trata de aquellas acciones
internas que contienen una mayor carga de tipo cognitivo
o intelectual. Por ejemplo: interpretar lecturas de fórmulas
químicas sobre reacciones.
Esta diferenciación nos conduce a distinguir entre destrezas motrices y habilidades o estrategias
cognitivas. En ambos casos, nos referimos a procedimientos,
pero de diferente característica o que implican acciones
de diversa por parte de los alumnos.