JAMÁS LO OLVIDARÉ

Tuve a mis pocos años de edad, la oportunidad de poder participar de la marcha pacífica por Axel Blumberg, el 1ero de abril de este año, ya que al ser integrante del Coro Kennedy tuve que ir (o mejor dicho elegí ir….)

Iba sentada en el micro por las calles de la ciudad y aún todo se veía normal. Como acostumbro iba mirando a través de la ventanilla un poco pensativa, cuando vi a varias personas que se dirigían a la plaza con velas en la mano…eran pocas, no me llamó la atención…

En ese momento Raúl, el director, nos dijo que bajemos del micro:
¿Pero cómo, no íbamos a cantar en las puertas del Congreso? Pregunté inocentemente. Lo que no sabía era que en la plaza y sus alrededores había más de 200.000 personas y no podían pasar los autos ¿Personas? ¿Qué clase de personas? Simplemente ARGENTINOS.

Corrimos durante ocho cuadras porque el acto ya empezaba, nosotros teníamos que cantar y no llegábamos…. De pronto choqué con una pared humana... ¿y ahora, cómo vamos a pasar hasta llegar al Congreso? Había que pasar entre la gente…

La verdad es que no tenía conciencia sobre que cantidad de ARGENTINOS que había porque estábamos pidiendo permiso para poder pasar entre la multitud y no íbamos a llegar a cantar. Después de algunos minutos de mucha falta de aire, varios policías nos abrieron las vallas y pasamos. Rápidamente, mientras subíamos por la rampa encendimos las velas. Comenzaron los primeros acordes de nuestro Himno Nacional Argentino, nos ubicamos en las escalinatas y al levantar la cabeza para entonarlo… Es el día de hoy que recuerdo aquél instante y se me pone la piel de gallina… Me parecía un sueño… Me llegué a preguntar si era un sueño, si abriría los ojos y despertaría…

Eran miles y miles de manos con lucecitas, intentaba mirar hacia las calles laterales pero eran cuadras y cuadras repletas de personas… Había gente hasta en el monumento de la plaza… Fue una de las veces que me sentí más argentina, me sentí parte de esas 200.000 personas con las velas, y de los colores celeste y blanco…

Cantamos nuestro Himno, el más emotivo de mi vida, sin duda, (jamás me había quedado disfónica por cantarlo tan fuerte…) ¿Pero qué me pasa? Mis ojos comenzaron a inundarse de lágrimas, no pude evitarlo y eché a llorar. Trataba de seguir cantando pero no podía: una mezcla de emoción, con patriotismo y tristeza me inundaban el corazón…Y entonces pensé que quizás yo estaba exagerando un poco… Pero obtuve la respuesta de mi inquietud mirando hacia la derecha: casi todas las chicas del coro sentían lo mismo… También pude ver entre esas caras tristes y las velas encendidas, carteles: carteles con las fotos de cada uno de esos niños, jóvenes y adultos asesinados. Asesinados sin razón, secuestrados, maltratados. Continuaba cuestionándome ¿Pero cómo, ese chico de la foto tiene mi edad, aquella chica la de mi hermana? Fue en ese momento cuando ya no me preocupé más por haber faltado a la clase de inglés: yo estaba ahí pidiendo no solo justicia, sino también pidiendo que no maten más chicos como yo…que estudian, van al colegio, y hasta quizás también cantan…

La próxima asesinada podría ser yo, mis amigos, mis maestras o mi mamá…

Después nos tocó cantar una canción llamada: El día después. Nunca entendí mucho el mensaje pero en ese momento lo comprendí: estábamos prometiendo a la gente que seríamos libres, que tarde o temprano podríamos salir a la calle sin tanto miedo… Que el dolor terminaría…

Escuchamos las palabras del papá de Axel, algunos firmaron y esperamos a que toda la gente se vaya…Tardamos un poco pero finalmente volvimos al micro, regresaba a mi casa…¡Pero que ingenua! Por un momento creí que todo había cambiado, pero al mirar por la ventana vi a tres chicos comiendo de la basura…a su papá juntando cartones…

Y sí, fui ingenua, nada había cambiado…

Me imagino que esto no sirvió de nada y que en unos años nos olvidaremos de Axel, de su papá y de esta marcha… Pero a mí no me interesa, volvería a hacerlo y creo que jamás me voy a a olvidar de ese día, que al menos me sirvió para sentirme más ARGENTINA. A veces cierro los ojos y sigo escuchando los gritos de la gente pidiendo justicia.

Y cada vez que canto el Himno me acuerdo de este momento y lo entono con la cabeza más alta porque estoy orgullosa de mi país.

 

María Lucía Fazzito
7ºA
Colegio Misericordia
Capital Federal